Dios hizo una estatua de barro y la moldeó a su semejanza.
Quería insuflar alma a esta estatua. Pero el alma no se dejaba atrapar. Pues
reside en su naturaleza el deseo de ser volátil y libre. No quiere estar
limitada ni atada. Para el alma el cuerpo es una prisión, y el alma no quiere
entrar en esa prisión. Entonces Dios pidió a sus ángeles que tocaran música. Y
al tocar los ángeles, el alma se sintió extasiada y quiso experimentar la
música de un modo más directo y claro, y por eso entró al cuerpo. Hafiz dice
así: “La gente dice que el alma, al escuchar esta canción, entró al cuerpo.
Pero en realidad el alma misma es la canción”.
-Cuento sufí
Reflexión
1.- ¿Te has dado cuenta cómo es y cómo suena la canción de tu alma?
2.- ¿Te has dado cuenta que, a pesar de que todos fuimos creados a semejanza de Dios, todos tenemos una melodía única?
2.- ¿Te has dado cuenta que, a pesar de que todos fuimos creados a semejanza de Dios, todos tenemos una melodía única?
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